La adquisición de un inmueble es, para la mayoría de los mortales un negocio excepcional: la cantidad de capital que requiere poder hacerlo, suele ser inversamente proporcional a la cantidad de veces que lo vamos a conseguir. Por eso, no es raro encontrar personas que, a pesar de la importancia que una decisión como esta implica, se equivocan en su elección, por falta de experiencia o información. En esta columna proponemos algunas líneas de razonamiento para ayudar en la decisión sobre qué tipo de inmueble es el que deberíamos adquirir en diferentes casos.